Como recordarás, en nuestro artículo anterior, hablábamos de la existencia de varios tipos de rayos solares que tienen más o menos incidencia en la salud de nuestra piel.
Así pues, por un lado, tenemos los rayos UVA (97% de la radiación que recibimos), que aunque nos ayudan a ponernos morenit@s, son responsables de foto envejecimiento, de los melanomas, o de la aparición de simpes manchas, entre otras afecciones de la piel.
Por otro lado, tenemos los rayos UVB, que aunque sólo suponen un 3% de la radiación solar, causan el eritema inmediato.
Por último, tenemos los rayos IRA que, aún siendo residuales, provocan el envejecimiento cutáneo.
Tal y como se muestra en la siguiente ilustración, cada tipo de rayo tiene la capacidad de penetrar más profundamente en nuestro organismo a través de la piel con lo que mucho ojo a los protectores solares que utilizamos en nuestra exposición al sol.
Los protectores solares convencionales son componentes químicos artificiales que sólo nos protegen de ese 3% de rayos solares tipo B, para evitar el enrojecimiento cutáneo, pero los UVA e IR penetras hasta capas profundas de la piel. Por eso nos siguen saliendo manchas aun después de aplicarnos un protector solar, y la incidencia de melanona aumenta, y la piel se nos reseca y envejece si tomamos mucho el sol.